Igualmente que la teoría de la
supercompensación del organismo, también existe el principio de la reversibilidad del entrenamiento. Así
pues, cuando un deportista entrena, mejora su rendimiento, pero cuando
disminuye o cesa por completo en su entrenamiento, su rendimiento bajará y las
adaptaciones anatómicas, fisiológicas y psicológicas logradas con el
entrenamiento irán perdiéndose, y mucho más rápido que cuando se entrena, hasta
llegar a los valores iniciales.
En el fútbol, existen siempre periodos
en el que el futbolista no compite y en la gran mayoría de casos no entrena.
Aparte de las lesiones que implican un período de recuperación largo, me
refiero al tiempo de transición entre el final de temporada y la pretemporada
del curso siguiente.
Durante estos lapsos temporales,
el futbolista pierde significativamente su forma. Un futbolista entrenado, a
partir de las 4 semanas de inactividad, empieza a perder notablemente la forma
física.
Por eso, aunque durante las
vacaciones de verano, sea importante reducir
el volumen e intensidad de entrenamiento para descansar tanto física como
mentalmente, lo mejor para mantener la forma física es no parar completamente.
Teniendo en cuenta que cada deportista es un mundo, la
siguiente tabla muestra, de forma aproximada, el porcentaje de forma física que
se ve afectada cuando se abandona por completo el entrenamiento.
TIEMPO SIN ENTRENAR
|
% PÉRDIDA FORMA
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2 semanas
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30%
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4 semanas
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60%
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6 semanas
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80%
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8 semanas o más.
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100%
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Así pues, ¿Cuándo acaba la
temporada, porqué parar?
Como he dicho, aunque en verano sea
importante descansar y reducir la frecuencia con la que entrenamos, es
importante no parar completamente para no perder la forma física en exceso.
Durante los meses de Junio, Julio
y Agosto ofrezco entrenamientos específicos para futbolistas con el objetivo de
mantener la forma física y de mejorar individualmente en aspectos del rendimiento difíciles de trabajar durante la temporada regular.